¿Un arma para la paz? ¡Eso es absurdo!…
Maureen miró la copa semivacía de su whisky recordando las patéticas palabras de su ex-jefe: «¡Lo siento Mau! Ojalá estuviera en mis manos… pero fue decisión del director.» ¡No importa quién lo hizo! ¡De todos modos, estaba sin empleo! ¿Qué voy a hacer ahora?- pensaba angustiada mientras daba el último sorbo del mitigante licor.
Regadas en el piso estaban las boletas de los pagarés del auto nuevo, mezclándose con los últimos estados de cuenta de sus tarjetas de crédito y la carta de despedida de su novio, -bueno, ya más bien su ex-novio-. Era increíble cómo todos los males llegaban juntos, hasta parecía la protagonista de una película dramática. Pero no, esto era su realidad.
Y ni hablarle a su madre para pedirle prestado después de la ríspida pelea del fin de semana. ¡Nunca! Ya se imaginaba su tonito burlón exclamando: «¡Te lo dije! Si me hubieras hecho caso las cosas serían diferentes. Una madre siempre sabe lo que es mejor para sus hijos.»
Su cabeza era el escenario de una guerra infernal de pensamientos encontrados, provocándole una terrible migraña. La única pregunta irresuelta martillando su cuerpo era: «¿Qué voy a hacer ahora?»
En la acogedora salita de estilo minimalista, Mario escuchaba compasivo la desesperada súplica de su ahijada: «¡Por favor padrino! ¡Ayúdame! ¡Estoy desesperada!»
Mario era un hombre bueno, se ganaba el pan como cuentacuentos, pues estaba convencido que el camino más corto hacia la felicidad era a través de una historia. Contempló tiernamente a Maureen y le dijo: «El arma secreta de la paz es el silencio. Tú necesitas invocar al hada del silencio.»
«¿Un arma para la paz? ¡Eso es absurdo!… Además, ¡las hadas no existen!», -replicó con incredulidad la asombrada Maureen. «El silencio y las hadas no pagan tus deudas ni eliminan el dolor. ¡No te burles de mi desgracia padrino!»
Mario abrazó a Maureen, le pidió que cerrara sus ojos y se visualizara como cuando tenía 4 años; ella respiró profundo y confió en las instrucciones de su padrino, quien le contó una historia: «Había una vez una niñita que se perdió en un bosque encantado. En medio de una implacable tormenta se refugió en el hueco de un gran árbol y sintiéndose muy sola se puso a llorar desconsoladamente. Su único deseo era: «¡Ayúdenme por favor!». De repente, una lucecita se colocó por encima de su cabeza transformándose poco a poco en un hada, quien la bañó de una suave y dulce luz violeta, -a esto los hombres le llaman silencio-. El atizado corazón de la niña se tranquilizó, la lluvia cesó y al salir del árbol su casa miró. Al acallar la mente, su corazón comenzó a ver claro.»
Maureen no entendió muy bien el cuento, más su alma se hallaba tranquila. Escuchar la voz de su padrino en medio de su abrazo, era un bálsamo que desde niña la hacía sentirse segura. Ella no lo sabía, sin embargo, a eso que estaba sintiendo le llaman fluir con la vida, tomar consciencia del aquí y el ahora.
Cuando se despidió de su padrino salió con las mismas broncas con las que llegó… sólo que diferente. Era como estar en medio de una batalla, pero con el corazón en paz. Su padrino le regaló una palabra mágica:
«Obsculta… mi querida Maureen, ¡Obsculta!»
Maureen sonrió mientras buscaba en Google el significado de Obsculta. Desde muy pequeña su padrino la acostumbró a descifrar palabras mágicas y eso la divertía; leyó entonces en su pantalla: «Obsculta en latín significa Escucha.»
Más abajo aparecía: «Escucha el silencio y sus sonidos. Aprende a sentirte y a tomar la Vida a través de los mensajes que ella misma te manda.»
Cerró los ojos, guardó silencio y esperó un poco. Ante ella aparecieron uno a uno los últimos sucesos que la aquejaban convertidos en maestros: El despido le dijo «es momento de crecer»; las deudas: «admnistra tu riqueza»; la carta de su ex-novio: «viene alguien mejor»; y su alma remataba: «Estás lista para volar».
¡Maureen abrió sus ojos gratamente sorprendida de sus descubrimientos! En eso estaba, cuando se percató de algo que brillaba en la esquina superior derecha de la página web que consultaba, era una lucecita violeta parpadeando encima de una enigmática palabra: Obsculta.
Igual que Maureen aprende a escuchar el silencio, sólo haz clic en:
RECUPERA TU PAZ EN MEDIO DEL CAOS
Jesús Piña
Invierte en tu Vida