La mayoría de los grandes maestros afirma que la paz está dentro de ti…
El embrollo está en saber por dónde buscar.
Irene abrió un viejo libro encontrado en el ático de la casa de la abuela. Curiosamente el título era su nombre en griego: Eirene, la dadora de paz.
Hacía varios días que su corazón estaba inquieto, era un remolino de emociones, un caos de pensamientos y una inmovilidad pasmosa en su hacer. Cuando así se sentía, le reconfortaba visitar a su abuela, recorrer los pasillos y habitaciones de la antigua casa donde jugaba de niña, subirse al ático y curiosear entre tantas reliquias.
Esa tarde había llorado mucho. Era como si una tormenta agitara su cuerpo, su alma, su ser entero despedazándolo. Entonces miró el primer capítulo del polvoriento libro, se titulaba: «Tu tesoro escondido.»
Comenzó a leer con interés: La PAZ que anhelas es semejante a un tesoro escondido. Cuando la encuentres, tendrás qué soltar lo que te estorba para que sea tuya.
Como todo tesoro escondido hace falta un mapa para encontrarlo. La mayoría de las personas olvida este detalle fundamental de usar un mapa, es como querer ir a un sitio desconociendo la dirección, la ruta y los pormenores del viaje. Nunca llegarán por más que se muevan.
La primera pista del mapa del tesoro: Busca en el lugar correcto, no es afuera sino adentro de ti. ¡Recupera tu paz! Nadie tiene el derecho de arrebatártela… a menos que tú la hayas entregado. Si no la tienes, ¿a qué o a quién se la has entregado?
Irene quedó sorprendida mientras cerraba sus grandes ojos color marrón y trataba de adivinar hacia dónde había volado su paz. El libro le sugería: Cierra tus ojos, observa en tu cuerpo dónde sientes más el vacío, en qué partes de ti están más enredadas tus emociones. Cuando localices esas sensaciones, imagínalas saliendo de tu cuerpo colocándose frente a ti…
Ahora dales una forma, ¡la que sea! Ahí está frente a ti eso que tanto te martiriza, te atormenta, te lastima. Viene lo más importante, sin pensarlo mucho, como llegue a ti, espontáneamente, esa figura se convertirá en alguien de tu familia. ¿A quién estás viendo?
¡Irene no cabía en su asombro! ¡Frente a ella visualizó a su padre! (por cierto, el libro explicaba que cada quien vería sólo a quien le correspondía encontrar. Era, -por decirlo de algún modo-, el pirata a quien le habías entregado tu paz).


4. Elimina todo lo inútil, suelta esos lastres que te impiden volar.

en verdes pastos él me hace reposar.
A las aguas de descanso me conduce,
y reconforta mi alma.

2 respuestas a “Paz: tu tesoro escondido”
me encanto gracias por todo
me encanto apredi muchas cosas sobre la paz gracias por todo