Si quieres comenzar una relación de pareja que funcione bien es necesario que cuentes con tres condiciones: estar libre, disponible y dispuesto(a).
LIBRE
Sólo una persona libre puede amar. Libre de ataduras, de complejos, de miedos, de tabúes, de dudas. Así dicho parece que nadie está libre para amar, sin embargo, es ahí, precisamente con las parejas que has compartido la vida, como te vas liberando de tu carga.
Cuando revises tus relaciones anteriores y tomes lo mejor de ellas, entonces habrás subido unos escalones más en tu evolución personal. La experiencia y la práctica son fundamentales en el arte de amar. A caminar aprendemos caminando y a nadar se aprende metiéndose al agua. Parafraseando a Serrat: Buen amante no hay camino, se hace camino al amar.
DISPONIBLE
Que cierres bien tus relaciones anteriores, que no estés comprometido (a) con alguien, que tus fantasmas descansen en paz y lejos, muy lejos de ti, de modo que la suite nupcial de tu corazón esté disponible para recibir un nuevo amor. ¡Esto lleva demasiada fuerza! Alguna vez tuve una novia que me dejó muy lastimado y cuando comencé otra relación, llevaba en mi costalito una actitud defensiva repleta de resistencias afectivas: el fantasma de la primera cubría mi noviazgo con la segunda. Por eso, ¡cuidado con las cenizas que aún chispean!
DISPUESTO
Que quieras hacerlo. ¡Suena tan fácil! ¡Que quieras! Fíjate que hay hombres y mujeres que son libres, están disponibles, pero no quieren (aquí me pondría yo). Lo que puedo decirte es que cada quien tiene su momento y lugar. Dice una frase muy antigua: “Todas las cosas tienen su tiempo, todo lo que está debajo del sol tiene su hora.” Tu reloj personal lleva su propia sabiduría amorosa y sólo te pide atender humildemente a su romántico tic tac.
¿Y a ti cómo te va en todo esto?
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Jesús Piña
Invierte en tu Vida