Quiero compartir contigo mi testimonio de vida a través de éste blog, para que tomes de él lo que te sea útil.
En mi blog van muchos años de experiencia y aprendizaje;
desde niño soñaba con cambiar al mundo y suponía que para lograrlo tenía que llegar a ser presidente.
Cuando uno es niño todo parece sencillo, lástima que de grande uno se complique tanto la vida.
Hoy no soy presidente, sin embargo, soy algo mejor, soy papá de una linda niñita de 7 años. Fíjate que éste salto de presidente a papá me ha llevado por momentos difíciles y momentos felices. Ahora sé que cambiar al mundo es cambiarme a mí, pues yo soy parte del mundo; y cuando se me llega a olvidar, mi hija me lo recuerda cada vez que llora, ríe, brinca o salta y me dice ¡Papi, te quiero!
Este es mi mensaje para ti. Te invito porque creo en este proyecto, lo he vivido y lo compruebo todos los días. Hacerte y rehacerte todo el tiempo y en todo lugar. Una tarde me perdí en un bosque, fue en el Parque Nacional El Chico, en Hidalgo. Éramos un grupo como de 50 jóvenes y casi nadie sabía de campamentos. Yo iba de coordinador de todos ellos.
Estuvimos caminando toda la noche, sin lámparas, ni comida, ni agua, ni ropa abrigada. Yo sentía mucho miedo pero me hacía el fuerte. En medio de esa noche húmeda y oscura, con el paisaje que se veía igual por todos lados, comenzamos a gritar goyas, -para los que no son de la Ciudad de México, goya es una porra universitaria. Nos animamos, cantamos fuerte, nos impulsamos unos a otros, si uno se caía, llegaban más a levantarlo, empujarlo, no dejamos que nadie se durmiera pues hacía muchísimo frío, lo esencial era sacar el coraje y seguir juntos. Por la mañana, después de 16 horas de andar perdidos, encontramos el camino de regreso al albergue. Desvelados, hambrientos, con frío, sed, sucios y raspados, pero con un corazón más fuerte. Ahí en verdad sentí lo que significa el lema Por mi raza, hablará el espíritu.
Mi padre es un buen hombre. Hizo algo muy grande conmigo, darme vida. La última vez que lo vi yo tenía 7 años, comíamos una paleta de limón afuera de los Juzgados de lo Familiar. Se despedía de mí porque acababa de ceder la patria potestad, eso me dolió y lo mantuve en secreto hasta los 15 años.
Una de las experiencias más increíble que he vivido, -y hay muchísimos testigos de lo que te voy a contar-, es que una tarde, mientras acomodaba unos papeles en la mesa, me vino un presentimiento:
«Voy a encontrarme con mi padre. Espera el momento propicio».
Mis papás se divorciaron cuando yo tenía 3 años y durante muchos años no supe nada de él. Una semana después de aquella corazonada, -mientras impartía un curso-, tuve la ocurrencia de mencionar el nombre completo de mi padre. Fue cuando una de las asistentes comentó que esos apellidos eran los de la familia de su novio. Ese mismo día ella investigó, y a la tarde siguiente, -durante el curso-, me llevó un sobre que contenía una foto, dirección, e-mail, y teléfono de mi padre que aún reside en Los Ángeles, California. No hay casualidades.
Si pudiera escoger el modo de morirme sería ya anciano, regresando en la tarde a mi casa después del trabajo. Me pondría una pijama, comería una manzana, tomaría un vaso con agua, me acostaría en mi cama y diría: ¡Buenas noches y hasta mañana!
Al final, no nos llevaremos nada material, sólo experiencias y aprendizajes. ¿Pero sabes qué es lo más sorprendente? ¡Pocos son los que invierten en abastecer la mochila para el viaje más largo de su vida!
Soy conferencista, psicoterapeuta y como un regalo de la Vida: Papá. Con mis cosas buenas y no tan buenas.
La vida me ha dado herramientas útiles para tomar decisiones y es un buen momento para compartirlas contigo en este blog que concibo como una inversión.
Por cierto, inversión es diferente a gasto. El gasto es consumo y no se recupera. La inversión se convierte en ganancia.
Así que, nuevamente: Bienvenido(a)!
Jesús Piña
Invierte en tu Vida
De corazón,Blanca E.