Lo prohibido es más sabroso porque nos hace sentir más libres.
Es la experiencia de tu propio poder…
¿y a quién no le gusta sentirse poderoso?
Cuando tuve mi primera relación sexual, me sentía flotar entre nubes, me asumía plenamente hombre
y no entendía cómo era que le ponían tantas cadenas a la experiencia amatoria.
Después descubrí que la libertad es peligrosa pues altera el orden y cuestiona a la autoridad.
Y algo más sutil… el exceso te destruye;
así que de algún modo el tabú te protege de ti mismo.
Por cierto, una cosa es leer sobre lo prohibido y otra muy diferente es vivir en carne propia la prohibición.
Y aquí nadie se escapa: todos tenemos historias personales de encadenamiento para pensar,
para gozar, para decir o para hacer lo que deseamos.
¿Cuál es tu tabú?
Dicho diferente: ¿Cuáles son tus miedos?
Cuando quieras que alguien no haga algo, infúndele miedo:
“Si no te portas bien, te va a llevar el ropavejero”,
“si no te duermes, se te va a aparecer el Coco”, “si no obedeces, Santa Claus no te traerá regalos”.
Y ya más grandecitos:
“Si das un beso puedes embarazarte”, “los hombres son malos y sólo te utilizan”,
“el matrimonio es para toda la vida, así que te aguantas”.
Si te das cuenta, la energía que alimenta el tabú es el miedo;
y su propósito es que obedezcas.
¿Para qué? Para mantener unido al grupo y que haya orden y equilibrio.
Cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido no sólo ejercieron su libertad,
sino también fueron conscientes de su desnudez, de su fragilidad, de su vulnerabilidad,
se descubrieron mortales y no dioses.
Cayeron en la cuenta de que la libertad implica aprender a equivocarse.
¿Recuerdas lo que hizo Adán al ser descubiertos? Culpó a Eva.
El tabú te coloca en un espacio de confort, te resguarda del error,
aunque el precio sea tan alto como tu propia libertad, léase tu crecimiento personal.
A estas alturas de mi post tal vez te preguntes: ¿el tabú es bueno o es malo?
Ni bueno, ni malo… funciona.
Es un regulador de las pasiones humanas y las relaciones sociales.
Lo que sí es fundamental es que comprendas que hay un tiempo para respetar el tabú
y otro tiempo para romperlo.
Revisa tu vida: hay momentos para no tocar y momentos para comerte el fruto prohibido.
Hoy, ¿Cuál es tu tiempo?