El que estaba muerto,
se ha levantado.
Santa Semana que nos regala unos días de reposo en medio del caos. Y todo en honor de un hombre que murió y vivió hace más de dos mil años: Jesús de Nazareth.
Como muchos de ustedes yo nací en una familia católica y me bautizaron a los dos meses sin que yo lo pidiera. Es todo un debate el bautizo de los niños, pero para mí estuvo bien.
A los quince años decidí por mí mismo ser católico… porque no tenía a mi padre. Dice Freud que en la religión buscamos lo que nos hace falta. Nietzsche, uno de los más grandes filósofos de la historia, se peleó toda su vida con Dios, y lo negaba, y decía que había muerto… tal vez porque estaba enojado, ¡muy enojado! Él perdió a su papá cuando tenía 4 años de edad. Lo hallaron muerto en un río.
La religión oprime, aunque también libera. ¡Qué paradójico! Es como el opio, puede volverte un adicto o llevarte a un estado místico. Una de las frases que más me ha conmovido es de Marx y afirma: “La religión son esas flores que embellecen las cadenas que oprimen al hombre.”
¿Te cuento algo? Hoy no voy a misa por salud mental, pero sigo creyendo en Jesús. Casi no hablo de él, sin embargo, si volviera a nacer pediría ser católico, pues fue ahí donde descubrí mi camino, me hice buscador de la verdad y me llené de vida.
En mis peores momentos me he refugiado en Jesús. En mis momentos más bellos también. He llegado a donde estoy por esa fuerza superior. ¿Y sabes? Cada religión es un camino de ascenso a la montaña sagrada, pero muchos se quedan mirando el mapa olvidándose de caminar.
¿Por qué escribo todo esto? Exactamente no lo sé, es como un grito brotando del fondo de mi alma clamando salir y compartirse con las almas dispuestas a escucharme. Te confesaré algo: Exista o no exista, sin ese humilde carpintero de Nazareth no sería lo que ahora soy.
Viví cuatro meses en un Monasterio Benedictino. Era Sábado de Resurrección y la luna llena inundaba la noche, enorme y bañada de rojo me decía: Es hora de levantarse a la Vida… Poco tiempo después me abrazó mi madre, nació mi hija y me reencontré con mi padre.
Quiero compartirte el testimonio de un hombre con una fe liberadora, no enajenante. Dale clic al título: “NADA ES IMPOSIBLE”
Jesús Piña
Invierte en tu Vida